domingo, 16 de septiembre de 2018

Ignacio Ipiña y “La Marea del Tiempo” en el Centro Ekoetxea de Busturia

Una hermosa y emotiva exposición muestra hasta el 23 de septiembre, una selección de la obra del pintor bilbaíno, fallecido en 2010, y esposo de nuestra compañera de AMUB, Blanca Sarasúa.





Ekoetxea, Centro Medioambiental del Urdaibai  en Busturia, ha acogido durante este verano y hasta el próximo 23 de septiembre, una interesante exposición sobre la obra pictórica de Ignacio Ipiña, bajo el nombre de “ La Marea del Tiempo “.  Es una selección de 20 óleos que nos ha permitido conocer la trayectoria del artista, durante la década de los años 1960 a la del 2000, de forma consecutiva.  Su hijo Pablo Ipiña ha sido  comisario de la exposición.

Su viuda  Blanca Sarasúa, poetisa y miembro de nuestra Asociación de Mujeres Universitarias de Bizkaia , A.M.U.B., nos acompañó en la visita que realizamos el pasado mes de Julio, con la contemplación  y la expresión emocional  de sus paisajes, sobre todo de Urdaibai, su tema favorito en las cinco décadas representadas. Urdaibai siempre le mantuvo preso emocionalmente porque adoraba sus diversos paisajes y todos sus ámbitos ecológicos. 

Fue una muy agradable e instructiva visita que siempre agradeceremos a Blanca por habernos acercado, de forma personal,  a la magnífica obra de su esposo, el pintor Ignacio Ipiña. 

Blanca Sarasúa, viuda del pintor,  en el centro, con Carmen Gutiérrez y Julia Gómez Prieto, todas de AMUB, en la sala de exposiciones



Ver Galería de Fotos al final del texto 




Trayectoria vital y artística de Ignacio Ipiña Azcúnaga  

Texto: AUÑAMENDI EUSKO ENTZIKLOPEDIA 

Abogado, letrado del Banco de Bilbao, fue diputado foral en las Juntas de Gernika, vice-consejero de obras públicas, de transportes y de urbanismo del Gobierno Vasco, escritor y, principalmente, pintor. Nacido en Bilbao en 1932, falleció en 2010. 




Ignacio Ipiña nace en Bilbao, en la calle García Rivero. Pronto se traslada con su familia a la calle Pelota del Casco Viejo, donde vivirá su infancia de guerra y postguerra, entre sus calles, junto a la Ría. En 1946, a los catorce años, inicia sus primeros contactos con el óleo pintando paisajes en Orduña, donde veraneaba con la familia, sus padres y sus tres hermanos. Llama la atención del pintor Baysala, quien le permitirá acompañarle en sus salidas a pintar y de quien adquirirá bases y conocimientos en la utilización de las herramientas del pintor. Los primeros cuadros de cierto formato (70x50) los pinta a la edad de dieciséis años y ya denotan un conocimiento y una capacitación en la composición de los paisajes. 

Durante sus estudios de Derecho comienza a pintar en las minas de San Luis, en Bilbao, y en los barrios mineros de sus alrededores. El impulso de su juventud y una incipiente pero firme conciencia social le llevan a abandonar la tranquilidad de los paisajes de Orduña y Délica y a optar por la fuerza en la expresión y en el color. Comienza su interpretación del paisaje por la vía del expresionismo. 

El once de febrero de 1964 contrae matrimonio con Blanca, quien resultará ser una poetisa reconocida y galardonada, ganadora, entre otros premios, de la decimonovena edición del Premio Internacional de Poesía San Juan de la Cruz en 2008. 

En los primeros años de la década de los 70 vuelve a centrar la atención en el Bilbao de los mineros, alternando el tema, como si de un descanso necesario se tratara, con los paisajes de Urdaibai, sus caseríos, sus antiguos astilleros, los restos de las ostreras, los playazos, paisajes ahora plácidos y somnolientos, y de pronto sorprendidos por las más negras tormentas. En 1970 participa en una Exposición colectiva en el Salón de las Naciones de París y a finales de la década en Perpiñán y en Huesca, quedando perfilada su pintura.

Con el fin de la dictadura pasa a formar parte del PSE y desempeña funciones como diputado foral portavoz del grupo socialista en las Juntas Generales y posteriormente como Vice Consejero del Gobierno Vasco. En las Juntas Generales participó en el intento de traer el Gernika a Euskadi, organizando un concurso internacional de arquitectos para crear el espacio adecuado. A principios de los años 80 participa en las ediciones de Arteder'81 y Arteder'83 y posteriormente decide interrumpir la actividad expositora, que no la pictórica, por considerarla incompatible con la política. 

A partir de 1998 vuelve a exhibir su obra. Expone en Sestao, Madrid y en Bilbao, en la sala Caledonia. Al finalizar el siglo concluye su serie sobre los barrios altos y los rincones mineros de Bilbao, que los expone en la Sociedad Bilbaína como acto de esa Sociedad en conmemoración del 700 Aniversario de la fundación de la Villa.

En los inicios del nuevo siglo se sucederán las exposiciones sobre sus paisajes de Urdaibai, con la serie "Voces sobre el agua", y sobre el valle de Oma, "Oma, silencio verde" en la Sala Caledonia de Bilbao. Posteriormente, inicia una nueva serie que planteaba recorrer las huellas de Unamuno, desde el Casco Viejo bilbaíno hasta Salamanca, las calles que recorrió y los paisajes que más le cautivaron. Durante los años dedicados al tema de Unamuno comienzan a aparecer los distintos problemas de salud, operaciones y postoperatorios, que hicieron del acto de pintar una auténtica prueba de resistencia física.

La serie "Las huellas de Unamuno" la concluye en el año 2009. Terminado el trabajo, decide pintar unos cuadros sobre Orduña a partir de la visión de los primeros óleos y el recuerdo de aquellos paisajes donde inició su andadura artística, cerrando conscientemente un círculo. En enero de 2010 es ingresado, falleciendo cuatro meses después. A finales del 2011 y durante la primavera del 2012, la familia de Ignacio Ipiña expone su última serie pictórica, "Las huellas de Unamuno", en Bilbao y en Salamanca.

Ignacio Ipiña pintó con fuerza y con sinceridad. Según decía: "Hay cuadros que urge pintarlos con los puños prietos y otros en cambio, dejando resbalar al Sol del poniente". Fue un hombre de su tiempo que buscó en el aire de sus paisajes las huellas que el hombre imprime. En muy pocas ocasiones aparecen en sus lienzos las figuras humanas y, sin embargo, algo indica que están ahí, en la atmósfera del cuadro, humanizando el paisaje. Es el rastro que quedó de la historia del hombre lo que persiguieron sus pinceles.

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Puerto de Mundaka 



Bajamar en la Ría de Gernika



Ruge la marea en Antzora 



Lucha crepuscular en Anbeko



En el Mirador de la Torre Madariaga  



Complejo de Torre Madariaga : en el centro Blanca Sarasua 


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