AUTOR
Atiq Rahimi (Kabul, 1962) cursó estudios secundarios en el Liceo franco-afgano de Kabul, y luego Literatura en la universidad de esa misma ciudad. En 1984, la guerra desatada tras la invasión soviética le obligó a refugiarse en Pakistán, desde donde pidió asilo político en Francia. Allí se doctoró en Comunicación Audiovisual en La Sorbona.
Vive en París, dedicado a la producción cinematográfica y a la escritura.
Sus tres primera novelas Tierra y cenizas, Laberinto de sueño y angustia, y El regreso imaginario, están escritas en persa, una de las lenguas habladas en Afganistán. La cuarta, Syngué sabour, Pierre de patience o La piedra de la paciencia está escrita completamente en francés. “Me hacía falta otra lengua además de la mía para hablar de tabús”.
Atiq Rahimi define así sus creencias religiosas: “Soy budista porque soy consciente de mi debilidad; soy cristiano porque reconozco mi debilidad; soy judío porque me río de mi debilidad; soy musulmán porque condeno mi debilidad, soy ateo si Dios es todopoderoso.”
------------------------------------
LA PIEDRA DE LA PACIENCIA (Premio Goncout 2008)
En 2011, Rahimi adaptó esta novela al cine con la ayuda del escritor y realizador Jean-Claude Carrière. En 2012, recibió el premio a la mejor película en el Festival international des jeunes réalisateurs de Saint-Jean-de-Luz.
Cuenta Rahimi que el germen de la historia de La piedra de la paciencia se sitúa en el año 2005, cuando la poeta afgana Nadia Anjuman, de veinticinco años, es salvajemente asesinada por su esposo. Habiendo sido antes invitado por la poetisa a participar en un Congreso Cultural en Afganistán, Rahimi se entera de lo sucedido y, en su memoria, escribe el relato.
En la mitología persa, sangue sabur, «la piedra de la paciencia», es una piedra mágica a la que uno le cuenta sus desgracias, sus sufrimientos, sus miserias, para confiarle todo lo que no nos atrevemos a revelar a los demás; La piedra escucha, absorbe como una esponja todas las palabras, todos los secretos, hasta que un buen día explota; Y ese día, uno queda liberado.
La protagonista ha oído hablar de la piedra y toma a su marido como su propia piedra de la paciencia porque necesita desahogarse de todo lo que la atenaza; ¡necesita “la liberación”!
Ma Jesús nos habló de los distintos tipos de narradores literarios. Esto nos ayudó a entender mejor la novela y nos ha preparado para futuras lectura.
Breve esquema de los tipos de narrador
Narrador omnisciente: Narra en tercera persona. Sabe todo de todos los personajes, lo que piensan, lo que sienten...
Narrador en primera persona: El narrador es un personaje de la obra, generalmente el protagonista, que cuenta la historia desde su punto de vista. Se emplea también en diarios y cartas (género epistolar).
Narrador en segunda persona: Se dirige al lector (a ti o a vosotros). Se emplea en el género epistolar y, hoy en día, en los blogs. Es raro su uso en las obras de ficción; en esos casos, el narrador se dirige directamente al lector tratando de que empatice con él. También se emplea en la prosa poética para dar mayor emoción al texto.
Narrador testigo: Es un narrador en tercera persona, que es personaje, aunque no protagonista, de la historia. Nos cuenta los hechos que presencia, o presenció, ateniéndose a lo que percibe con sus propios sentidos. Puede comunicar hechos de los que tiene conocimiento, aunque los desconozca el protagonista. A veces sugiere algo desde su punto de vista: “Me figuro que...”
Narrador equisciente: Sabe todo de uno de los personajes, generalmente el protagonista, lo que piensa, lo que siente…, como si estuviera dentro de su cabeza y llevara una cámara sobre su hombro; cuenta lo que ve, oye y percibe el personaje. Es decir: es narrador omnisciente solo para ese personaje. Su visión de los demás solo es subjetiva.
Hay una particularidad en este narrador: puede ser equisciente para un personaje, en un momento dado, y serlo para otro personaje en otro momento. Eso suele organizarse por capítulos. Se hace así cuando se quiere ofrecer al lector perspectivas diferentes sobre un mismo suceso.
A continuación el análisis de la obra.
La piedra de la paciencia 3
El relato está contado por un narrador testigo, que solo cuenta lo que llega a sus oídos y lo que percibe que sucede dentro de la habitación y en las zonas próximas. La mujer no puede ser porque contaría la historia en primera persona, y no con cada frase o párrafo entrecomillado, como es el caso. Aparte de ella, solo el hombre está allí, así que...
De todos modos, se trata de un narrador testigo un tanto atípico, ya que está en coma y no sabemos si tiene afectados algunos de los sentidos; parece que no tiene sensibilidad a la presión ni al calor. En algunas ocasiones parece que no hay tal narrador testigo. Por ejemplo, cuando habla de un resplandor después de una explosión; él no ve el resplandor pero sabe que eso sucede todos los días. Cuando habla del dibujo de la cortina, o de los gestos que hace ella; él conoce la cortina y también los gestos de ella y se los va imaginando. La supone con el vestido de espigas de trigo, que él conoce; ha podido reconocerlo por la textura, aunque también es posible que vaya con otra ropa. Es posible que el autor se haya permitido alguna licencia en detalles que no cambian el relato y, sin embargo, le dan verosimilitud y agilidad.
Si hubiera sido ella la narradora, se habría tratado de un monólogo continuo, solo interrumpido por las niñas, el mulá, la vecina y los soldado (todos ellos han hecho su papel y cuando avanza el relato ya no están en escena). El enriquecer el relato con detalles de ese estilo, como el color negro del rosario, cuyas cuentas pasa ella con la mano izquierda (seguramente siempre era así), hace que el lector no esté pensando en qué tipo de narrador cuenta la historia, con lo que el autor le mantiene en duda, hasta el final, sobre si el hombre oye, o no. Magníficas la elección del narrador y la del desarrollo de la acción.
Las frases cortas (a veces solo una palabra), dicen mucho en poco espacio, así que la obra resulta breve pero intensa. Comienza de forma lenta y repetitiva, remarcando el ambiente lúgubre y opresivo, y va tomando fuerza a medida que la mujer va cogiendo confianza en sí misma (se va empoderando, decimos hoy). Nadie la interrumpe y puede explayarse… Es su oportunidad y la aprovecha. Ha perdido el corán, el rosario, la pluma… todos los símbolos que la aprisionaban y le recordaban las rígidas normas a cumplir. Y sigue, y sigue… desenfrenada, ¡hasta liberarse!
Las que no pudieron estar presentes también mandaron sus comentarios :
Se trata de un libro desgarrador, escrito de una forma sobria y descarnada por un hombre que describe lo que le sucede a una mujer en “Afganistan o en cualquier otro lugar”, aunque debe ser un lugar donde impere la ley de los Talibanes y estén en guerra.
No solo describe lo que le pasa a la mujer, sino lo que piensa y lo que dice, saltando desde la óptica de un narrador exterior que describe lo que ve como si lo estuviera filmando, a dar voz a la mujer, en sus frases entrecomilladas.
Es impresionante cómo este escritor describe magistralmente lo que siente esa mujer , como si estuviese a la vez, viéndola desde fuera y dentro de ella.
También es increíble cómo nos hace sentir la guerra a través de su relato. Nos mete dentro de esa habitación donde somos un observador más, cada vez más horrorizado por todo cuanto sucede.
Al principio me recordó, salvando las diferencias temporales y de todo tipo, la obra de Miguel Delibes “5 Horas con Mario”, donde la esposa velando a su marido muerto va recordando su vida en común y desgranando todos sus agravios y frustraciones, pero aquí las condiciones son mucho más crueles, ya que el marido no está muerto sino en coma, y la vida es mucho más difícil.
Me ha parecido una obra de arte, pero me ha dejado conmocionada por la crueldad del relato y por el sorprendente y horrible desenlace.
Si las obras de arte son la vía para despertar emociones en el lector o espectador, ésta lo ha conseguido al trasladar el sufrimiento de esa mujer de una forma tan viva.
La menstruación es algo impuro. Los pájaros migratorios en la cortina rota tratando de escapar. Si ella pudiera... Nos sumergimos en la cultura musulmana, con el terrorífico tratamiento hacia la mujer. Sin haber consumado su unión, el hombre en la guerra y ella con sus suegros porque es una mujer casada y no puede salir a la calle. Ella sabe muy bien dónde está la piedra de la paciencia, la que le servía de asiento a Adán.
Violar a una puta no es una violación. Hay que violar a una virgen. La mujer esta hecha para el placer del hombre. Se desahoga con su hombre en coma y se masturba tocándole el miembro. El estéril eras tú, le dice, tu madre me llevó a acostarme con otro que tenía los ojos vendados. Al principio no podía, luego lo consiguió. ¿Será el que le visita?
De pronto el hombre le agarra por el cuello, le golpea, ¡resucita!, y le mata a ella. Él ha sido la piedra de la paciencia. "El viento se levanta y hace volar por encima de su cuerpo a los pájaros migratorios".Atiq Rahimi consigue crear un clima de opresión, de gotero, de angustia, por la total sumisión de la mujer que no pasa de ser una cosa para el hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario