lunes, 23 de noviembre de 2015

Teresa de Jesús y el don de ser Mujer y Apóstol - III parte

Tercera parte de la Conferencia  "Teresa de Jesús y  el don de ser Mujer y Apóstol".

Por Sor Estibaliz Reino Prada. O.C.D.

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Teresa de Jesús encuentra y sigue su vocación

Teresa de Jesús. Óleo de Peter Paul Rubens. 1615


3.- Teresa, monja en la Encarnación

Teresa huye de la casa para entrar en la Encarnación. Por decisión propia y sin el permiso paterno. Elige la Encarnación porque allí tiene una amiga. Y, ya nos lo ha dicho ella, le anima más un temor servil que el amor. Esta es la calidad de su empuje vocacional. La valoración que hace de la vida religiosa es equiparable a vivir un purgatorio. 


3.1.- 20 años peleando con una sombra de muerte  

Tras un primer momento de alegría, de recuperar una vena de oración verdadera que ya hizo su aparición cuando niña, Teresa se desmorona otra vez. Ahora bien, algo ha cambiado: su vocación religiosa se ha afianzado en su interior y esto ya no volverá atrás. 

“En tomando el hábito, luego me dio el Señor a entender cómo favorece a los que se hacen fuerza para servirle, la cual nadie no entendía de mí, sino grandísima voluntad. A la hora me dio un gran contento de tener aquel estado, que nunca jamás me faltó hasta hoy; y mudó Dios la sequedad que tenía mi alma en grandísima ternura”.[ Vida 4,2] 


No dura mucho la alegría. A pesar de ese afianzamiento vocacional, Teresa volverá a entrar en crisis. Esta vez más honda y más larga. Será la crisis definitiva. En ella se lo juega todo. Será una crisis física que le obligará a salir del convento, una crisis espiritual que no consigue concertar su afectividad y concentrar el amor en quien desde lo más interior le reclama, una crisis moral porque, pese a entender cuál es el camino que debe emprender, no tiene fuerzas para quitar las ocasiones, dirá ella. 

Teresa en la Encarnación encontró una réplica de la sociedad, donde se valoran los linajes, títulos y noblezas. Allí Teresa vuelve a caer en una vida acomodada, de monja de clase alta. Es Doña Teresa, con celda espaciosa, libertades y pasatiempos.  

Por su simpatía, su gracia y su capacidad de complacer, la solicitan en el locutorio muchas veces y allí, en conversaciones, muy a menudo banales, pasa su tiempo y engorda su ego. Vuelve a aparecer el enfriamiento afectivo con Dios.     

Teresa vive dividida: ha recibido mercedes, ha comprendido que Dios le regala y la solicita y no es capaz de mantenerse en la entrega. En la soledad, las buenas lecturas y sus ratos de oración ha conectado con su interior, con lo mejor de sí misma y con quien habita en ella. Pero la solicitud de las cosas mundanas da al traste con sus mejores deseos. Vive una vida mediocre. Mientras el ambiente la ensalza, su interior se derrumba.  

 Así nos lo cuenta ella:  

 “Suplicaba al Señor me ayudase; mas debía faltar a lo que ahora me parece de no poner en todo la confianza en Su Majestad y perderla de todo punto de mí. Buscaba remedio; hacía diligencias; mas no debía entender que todo aprovecha poco si, quitada de todo punto la confianza de nosotros, no la ponemos en Dios."

"Deseaba vivir (que bien entendía que no vivía, sino que peleaba con una sombra de muerte) y no había quien me diese vida, y no la podía yo tomar, y quien me la podía dar tenía razón de no socorrerme, pues tantas veces me había tornado a Sí y yo dejádole". [ V 8,12]

A tal punto llega que decide abandonar la oración. Se autoengaña y, como no ve compatible la vida que lleva con la oración y tampoco encuentra fuerzas para encauzar la vida, abandona la oración. Dios se valdrá de la muerte de D. Alonso para volver a entablar el trato de amistad con Teresa. El año 1543, el encuentro con su padre moribundo y tan avanzado en el camino de la oración, marcan un cambio de rumbo. Todavía muy tenue, pero que va a ser el inicio de una recuperación sin marcha atrás: la vuelta a la oración. Tiene Teresa 28 años. Y Dios irá tomando terreno en la vida de Teresa, aunque tendrá que seguir compartiéndola con el mundo. 


 3.2 Teresa es liberada por amor 

Teresa de Jesús. Oleo de José de Ribera. 1645

El año clave será 1554, año de su definitiva conversión: ante una imagen de Cristo muy llagado comprende que ella no está respondiendo con el mismo amor que se le entrega Cristo. Se ha mantenido fiel al trato de amistad, pero todavía queda camino. 

La gracia de 1554 hace de Teresa una mujer nueva, una cristiana en el más puro sentido de la palabra: una mujer que ya no es suya porque se ha dado a Cristo. De aquí en adelante, Teresa, de forma progresiva, ya sin quiebra, vivirá una comunión con Cristo cada vez mayor y una liberación de todas sus ataduras, sus miedos, sus condicionamientos culturales, sociales, familiares, personales, etc.

 “Parece que quería concertar estos dos contrarios, tan enemigos uno de otro, como es vida espiritual y contentos y gustos y pasatiempos sensuales. En la oración pasaba gran trabajo, porque no andaba el espíritu señor, sino esclavo; y así no me podía encerrar dentro de mí (que era todo el modo de proceder que llevaba en la oración) sin encerrar conmigo mil vanidades. Pasé así muchos años, que ahora me espanto qué sujeto bastó a sufrir que no dejase lo uno o lo otro. Bien sé que dejar la oración no era ya en mi mano, porque me tenía con las suyas el que me quería para hacerme mayores mercedes.”[V 7,17]

 Pues ya andaba mi alma cansada y, aunque quería, no la dejaban descansar las ruines costumbres que tenía. Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allá a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle.[V 9,1]

 “Sea Dios bendito por siempre, que en un punto me dio la libertad que yo, con todas cuantas diligencias había hecho muchos años había, no pude alcanzar conmigo, haciendo hartas veces tan gran fuerza, que me costaba harto de mi salud. Como fue hecho de quien es poderoso y Señor verdadero de todo, ninguna pena me dio.”[V 24,8] 


Firma autógrafa de Teresa  


A partir de ahora es Dios quien toma la vida de Teresa y la va haciendo cristiana, al modo de Cristo. Hoy preferimos Jesús. Jesús es el Cristo al que se refiere Teresa, porque es el Dios hecho hombre, el que anduvo en la tierra. Mirándolo a Él, Teresa va convirtiéndose en discípula, en apóstol. 

Esta etapa le enfrentará a Teresa con otro de los condicionamientos de su tiempo. No bastaba la discriminación social de la mujer, ni la mirada adversa hacia los espirituales. Teresa reúne las dos condiciones y esto la hará caer en la sospecha de los teólogos y en el miedo a los procesos de la Inquisición. 

Ella, que por naturaleza y por formación, ya es miedosa, tendrá que hacer frente a sus miedos, a los de sus confesores y a los del ambiente que le rodea. Yo era temerosa en extremo, como he dicho[V 25,14] Mucho me quitaban la libertad del espíritu estos temores, que después vine yo a entender no era buena humildad, pues tanto inquietaba [V 31,14] 


Busca el contraste de los letrados, para que le aseguren que su oración es verdadera, pero no encuentra quién rompa una lanza por ella. Es mujer y decir que su oración mística es verdadera es peligroso, así que todos intentan disuadirle de que es un engaño del demonio. De sus confidentes y confesores nos deja estos retratos: 

“Y díjome mi confesor que todos se determinaban en que era demonio, que no comulgase tan a menudo y que procurase distraerme de suerte que no tuviese soledad.”[V 25,14]

Incluso cuando Baltasar Álvarez se inclina a aprobar el espíritu de Teresa, encuentra presión: 

 “Mi confesor, como digo, que era un padre bien santo de la Compañía de Jesús…supe que le decían que se guardase de mí, no le engañase el demonio con creerme algo de lo que le decía; traíanle ejemplos de otras personas. Todo esto me fatigaba a mí. Temía que no había de haber con quién me confesar, sino que todos habían de huir de mí. No hacía sino llorar.”[V 28,14]

 Así concluye: “Bastantes cosas había para quitarme el juicio, y algunas veces me veía en términos que no sabía qué hacer sino alzar los ojos al Señor; porque contradicción de buenos a una mujercilla ruin y flaca como yo y temerosa, no parece nada así dicho, y con haber yo pasado en la vida grandísimos trabajos, es este de los mayores.[V 28,18] 



3.3 Este amor da un señorío

Manuscrito del Libro de la Vida.1565

La liberación de Teresa la va a obrar Jesús y su Evangelio. Mirándolo a Él podrá levantarse sobre los juicios de los hombres. Teresa ha encontrado una vena de oración en la contemplación de los pasajes evangélicos y el Evangelio se irá abriendo camino en su interior y ensanchando las fronteras a las que los hombres quieren reducir a Dios. 

Unida a este Amigo verdadero ya no habrá más miedos: 

Hasta ahora parecíame había menester a otros y tenía más confianza en ayudas del mundo; ahora entiendo claro ser todos unos palillos de romero seco y que asiéndose a ellos no hay seguridad, que en habiendo algún peso de contradicciones o murmuraciones se quiebran. Y así tengo experiencia que el verdadero remedio para no caer es asirnos a la cruz y confiar en el que en ella se puso. Hállole amigo verdadero y hállome con esto con un señorío que me parece podría resistir a todo el mundo que fuese contra mí, con no me faltar Dios.”[Relaciones 3,1]

No entiendo estos miedos: "¡demonio! ¡demonio!", adonde podemos decir: "¡Dios ¡Dios!", y hacerle temblar. Sí, que ya sabemos que no se puede menear si el Señor no lo permite. ¿Qué es esto? Es que tengo ya más miedo a los que tan grande le tienen al demonio que a él mismo; porque él no me puede hacer nada, y estotros, en especial si son confesores, inquietan mucho, y he pasado algunos años de tan gran trabajo, que ahora me espanto cómo lo he podido sufrir. ¡Bendito sea el Señor que tan de veras me ha ayudado!..[V 25,22]

Teresa al acercarse a Jesús comprende el valor de la mujer; y que el hacerla de menos no es de Dios, sino de los jueces del mundo, que siempre ha habido mujeres valientes a las que el Señor ha confiado su Iglesia. 

"No es aceptador de personas; a todos ama; no tiene nadie excusa por ruin que sea, pues así lo hace conmigo trayéndome a tal estado[V 27,12]

Jesús no aborreció a las mujeres. Entonces y ahora encontró en ellas mejor respuesta que en los hombres: hay muchas más que hombres a quien el Señor hace estas mercedes, y esto oí al santo fray Pedro de Alcántara (y también lo he visto yo), que decía aprovechaban mucho más en este camino que hombres, y daba de ello excelentes razones, que no hay para qué las decir aquí, todas en favor de las mujeres.”[V 40,8] 


En el Camino de Perfección, códice de El Escorial, capítulo 4,1 Este texto, todo un manifiesto a favor de las mujeres, que el censor tachó hasta no poderse leer, quiso Dios que con el tiempo saliera a la luz  

“Parece atrevimiento pensar yo he de ser alguna parte para alcanzar esto. Confío yo, Señor mío, en estas siervas vuestras que aquí están, que veo y sé no quieren otra cosa ni la pretenden, sino contentaros. Por Vos han dejado lo poco que tenían, y quisieran tener más para serviros con ello. Pues no sois Vos, Criador mío, desagradecido para que piense yo daréis menos de lo que os suplican, sino mucho más; ni aborrecisteis, Señor de mi alma, cuando andabais por el mundo, las mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad y hallasteis en ellas tanto amor…(siguen 20 líneas borradas, censuradas, que decían):… hallasteis en ellas tanto amor y más fe que en los hombres, pues estaba vuestra sacratísima Madre, en cuyos méritos merecemos, y por tener su hábito, lo que desmerecimos por nuestras culpas. No basta, Señor, que nos tiene el mundo acorraladas, que no hagamos cosa que valga nada por Vos en público, ni osemos hablar algunas verdades que lloramos en secreto, sino que no nos habíais de oír petición tan justa. No lo creo yo, Señor, de vuestra bondad y justicia, que sois justo juez y no como los jueces del mundo, que, como son hijos de Adán y, en fin, todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa". 

Sí, que algún día ha de haber, Rey mío, que se conozcan todos. No hablo por mí, que ya tiene conocido el mundo mi ruindad y yo holgado que sea pública; sino porque veo los tiempos de manera que no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres”. 

Jesús ha salido al paso de Teresa y la ha fortalecido. Ha prometido estar con ella y defenderla. Cuando el índice de libros del inquisidor que de alguna manera, redundaba en perjuicio de las mujeres, por prohibir los libros en romance, es Jesús el que le asegura que en Él tendrá libro Vivo, que no tema.

 Su Majestad ha sido el libro verdadero adonde he visto las verdades ¡Bendito sea tal libro, que deja imprimido lo que se ha de leer y hacer, de manera que no se puede olvidar!”.[V 25,6]

Ver  primera parte de esta conferencia aquí  
Ver segunda parte de esta conferencia aquí

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Continuará... IV y última parte 

Coordinación: Julia Gómez Prieto. AMUB






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