miércoles, 1 de abril de 2020

Nuestra nueva socia Ma Jesús Arias se une al Decamerón

Ma Jesús ha publicado varios libros y pertenece a una familia relacionada con las letras y la música.

Aquí tenemos su relato dedicado a nuestro 

Parque de Doña Casilda:




EL ÁLBUM DE RECUERDOS (Prosa poética)


Te encanta pasear por el parque. Y no sólo por ser uno de los más bellos que conoces.
Lo que más te gusta es lo que guarda para ti; es un álbum desplegable de recuerdos que se te hacen presentes: nostálgicos, armoniosos, entremezclados, sin tiempo…
Miras la pérgola y te ves con tus hermanos, los tres vestidos de marineritos; y también contemplas a tus hijos, jugando en el mismo lugar y en una idéntica tarde de otoño. Más allá está Fina, sentada en un banco con la cesta de la merienda, sin perderos de vista mientras andáis en bicicleta. En otro banco, cerca de aquel, estás con tus primeros zapatos de tacón, leyendo las poesías que un enamorado sin nombre ha escondido en tu carpeta.
A la sombra de ese enorme castaño de indias, el mismo, os movéis varias compañeras del colegio, con vuestros uniformes de falda tableada y cuello duro con chalina, contando las últimas anécdotas del ensayo de la función de teatro. Si cierras los ojos puedes sentir la risa cantarina de Pilar Sánchez.
Ahí está Boni, el patatero, con su cesta de mimbre, preparando cucuruchos de papel que llena hasta rebosar de sus crujientes y aceitosas patatas fritas; siempre en su sitio, junto a la fuente, luciendo sus muelas de oro en cada sonrisa. Un poco más allá, el fotógrafo ambulante esconde su cabeza bajo una gamuza gris y tira de una cuerdita después de decir: “Quietos todos, que va a salir el pajarito”. La familia al completo contiene la respiración mientras que tú quedas fascinada por la magia del momento.
Hoy es domingo por la tarde, una tarde soleada de otoño con algunas hojas amarillas sobre el verde césped y otras revoloteando en su lenta caída. Llevas a tus nietas a jugar a barquitas, como cuando eras pequeña —de algún modo vuelves a serlo—. Cogéis una hoja de magnolio —las otras no sirven— y un palo largo para empujarla si se atasca en algún recodo —con tanta limpieza, cada vez resulta más difícil encontrar palos sueltos—. La posáis en el agua, en la parte alta del riachuelo, y ella sola navega cayendo por pequeñas cascadas, pasando por el túnel y por debajo del puente hasta llegar triunfante al estanque, logro que celebráis gozosas. Allí está Antón, el monaguillo del colegio y compañero de juegos de la infancia, echando pan a los patos con su nieto.
Por todo eso te encanta pasear por el parque.

                                                                                                               María Jesús Arias Vega



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