Nuestras entradas de mujeres talentosas y poco conocidas van creciendo. Esta vez gracias a nuestra socia Julia Gómez.
La gran escritora que borró su nombre
La editorial Renacimiento rescata la
obra de María Lejárraga, la mujer que escribió las obras con las que su esposo,
Gregorio Martínez Sierra, conoció el éxito. Novelista y dramaturga, murió pobre
y exiliada
Retrato de María
Lejárraga en su juventud en una imagen del archivo familiar.
Escribió en silencio, en soledad
entre cuatro paredes, lejos de los aplausos por las obras de teatro que salían
de su pluma. Su nombre es una ausencia, una sombra, un vacío y una historia
dolorosa. María de la O Lejárraga (San Millán de la Cogolla, 1874-Buenos
Aires, 1974) atravesó todo un siglo y fue una de esas mujeres brillantes y
pioneras de la Edad de Plata de la literatura española, que abarcó desde 1900
hasta la Guerra Civil. Novelista, dramaturga, ensayista, traductora, feminista
y, sin embargo, ausente de las portadas de sus libros. El nombre que leemos es
el de su marido: Gregorio Martínez Sierra, quien recibía elogios en los estrenos de Canción
de Cuna o El amor brujo y El sombrero de tres
picos, de Manuel de Falla, mientras la autora y libretista esperaba en
casa.
En estos tiempos en los que la historia
de la creación parece estar curando olvidos y variando la brújula del canon
oficial, la figura de María Lejárraga regresa con sed de justicia poética. La
recuperación de su nombre en la portada de su obra supone el reconocimiento a
una de las más destacadas autoras de su época.
Ahora la editorial Renacimiento
rescata Viajes de una gota de agua, una colección de cuentos
infantiles que la autora publicó en Argentina en 1954, cuando ya vivía en el
exilio. Juan Aguilera Sastre e Isabel Lizarraga Vizcarra, expertos de la Edad
de Plata, son los responsables del estudio introductorio y de otros dos rescates
editoriales: Cómo sueñan los hombres a las mujeres y Tragedia
de la perra vida y otras diversiones. Teatro del exilio (1939-1974).
El reconocimiento, para el marido
Esta edición tiene un valor especial
porque aparece con su nombre auténtico: María Lejárraga, tal como hizo la
autora, por primera y única vez en su vida, con su debut, Cuentos
breves, publicado en 1899. Precisamente, el enfado que provocó en su
familia que su nombre apareciera en esta primera obra fue la razón por la que
decidió borrarse.
Al casarse con Gregorio Martínez Sierra,
ella decidió esconderse tras su nombre. Ambos formaron una de las más
fructíferas parejas artísticas de la época. Gregorio era el responsable de la
dirección de las obras y quien se llevaba la gloria en los estrenos. María
aceptó ese papel de sombra, como tituló oportunamente Antonina Rodrigo su
biografía de la autora: María Lejárraja, una mujer en la sombra.
Gregorio llevaba la parte visible de la
sociedad, pero ella era quien escribía. A veces, los ensayos se paraban porque
María estaba escribiendo el último acto de la obra firmada por Gregorio
Martínez Sierra. Todo el mundo sabía que Lejárraga era la "negra" de
su exitoso marido. Hasta tal extremo llegó esta situación que Gregorio
pronunciaba discursos feministas que escribía su mujer. Ahí está el libro Cartas
a las mujeres de España donde ella anima a la libertad e independencia
femenina, aunque su nombre no aparece por ninguna parte. A pesar de este
silencio, Lejárraga llegó a ser diputada socialista en la Segunda República,
experiencia que relató en su libro Una mujer por los caminos de España,
escrito en el destierro.
La historia de Lejárraga tiene un
momento especialmente doloroso. Su marido se enamoró de la famosa actriz
Catalina Bárcena con quien tuvo una hija. El matrimonio se rompió, pero
Lejárraga siguió colaborando con su marido y escribiendo los libros que él
continuaba firmando.
El gran desengaño de Lejárraga llegará
en 1947 con la muerte de Gregorio Martínez Sierra, cuando la hija de Catalina
Bárcena exigió los derechos de autor de su padre. María vivía con escasos
recursos en el exilio y fue entonces cuando reaccionó y comenzó a publicar con
su nombre, pero aún refugiada en los apellidos de su marido: María Martínez
Sierra. Y decidió escribir sus memorias — Gregorio y yo— donde
desvela en qué consistió la colaboración. Una obra en la que por fin sale del silencio,
aunque de forma muy tibia.
Viajes de una gota de agua es un libro de melancolías, el
recuerdo dolorido de la exiliada: "Es un ejercicio de nostalgia alentada
por la desazón de sentir que sus libros se prohibían en España y que tampoco
hallaba modo de acceder a los escenarios españoles, donde solo de manera
ocasional se reponía su producción anterior", explican Juan Aguilera e
Isabel Lizarraga.
Con uno de estos cuentos, Lejárraga sufrió otra
decepción. La autora, a través de su traductora Collice Portnoff, envió en 1951
a Walt Disney el manuscrito de Merlín y Viviana, donde contaba la
historia de un perro que se enamora de una gata coqueta, por si le interesaba
para alguna película. Sin embargo, a los dos meses Disney se lo devolvió. En
1955 se estrenó La
dama y el vagabundo con la que se podrían encontrar ciertas
similitudes. En una carta a su traductora habla del supuesto plagio: "La
enviamos a Walt Disney, la tuvo un par de meses y la devolvió diciendo que no
admitían más que las obras que habían encargado. Después, hizo una
película, La dama y el vagabundo, que era la misma historia, sin
más cambio que haber convertido la gata en perra elegante. Esta vez no quise
protestar, ¿para qué?".
A pesar de que se ha hablado de plagio,
"los parecidos son escasos aparte de que el proyecto de Disney comenzó a
gestarse mucho antes de que María le enviase su original", según los
autores del estudio. Sería así, pero para María Lejárraga fue otro nuevo
episodio de apropiación de su obra. Ahora, por fin, aquellas historias escritas
en soledad no olvidan quién fue la verdadera autora
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